A Troski no le gustaban los parques. Su reino era esa casa vieja al final del río, donde el agua se llevaba los ruidos y no había can que fuese a molestar sus posaderas. A Troski lo que realmente le atraía era sentarse en esa ventana y ver pasar los ciclistas, los corredores, los niños, los mayores, todo aquel que se atreviese a cruzar por ese puente de piedra impregnado de humedad. Era su feudo enmarcado en una verja roída, una cárcel paraíso con seguro de acción. No gruñía a nadie, la fauna humana del río era su manada. Tampoco su cola acompasaba la llegada de los viandantes. Impertérrito, Troski estaba orgulloso de ser una pincelada más de una pared acuosa, el máximo espectador que guardaba los secretos de un río llamado Sarela.
El espectador del Sarela
A Troski no le gustaban los parques. Su reino era esa casa vieja al final del río, donde el agua se llevaba los ruidos y no había can que fuese a molestar sus posaderas. A Troski lo que realmente le atraía era sentarse en esa ventana y ver pasar los ciclistas, los corredores, los niños, los mayores, todo aquel que se atreviese a cruzar por ese puente de piedra impregnado de humedad. Era su feudo enmarcado en una verja roída, una cárcel paraíso con seguro de acción. No gruñía a nadie, la fauna humana del río era su manada. Tampoco su cola acompasaba la llegada de los viandantes. Impertérrito, Troski estaba orgulloso de ser una pincelada más de una pared acuosa, el máximo espectador que guardaba los secretos de un río llamado Sarela.
V
Florecer
La casa intrigante
Estuvo ahí, siempre, perenne con su color azul y su aspecto de indiferencia. Pero ayer cambió, eran demasiadas las tejas caídas, la pintura desconchada, la pregunta curiosa del porqué todavía seguía en pie. Quizás fue esa luz roja que encendió su último día, una habitante incógnita que anunciaba su marcha con nubes pesadas, llamando en nuestras cabezas para dar paso a un nuevo espíritu.
Aceras
Un corazón veloz, un músculo lleno de fuerza que sube, que se revuelve ante las nubes negras, la suciedad incrustada en las paredes carnosas. Un corazón rojo que lucha y una ventana roja que mira y se cuestiona porque a veces unos dejan aparcados sus latidos en aceras azules, cargadas de piel y soledad.
El Camino
"Ven a CaterinizARTE!", exposición colectiva en Barcelona
Federico Bencini (pintura), Gessica Cambi (pintura), Giovanni Magnani (pintura), Raúl Pernia (escultura-instalación) y Esther Taboada (fotografía) te invitan a CaterinizARTE, incluso más allá de este espacio expositivo.
**Cuándo: del 25/11 al 1/12 del 2009 (domingo abierto).
**Inauguración: 25/11 del 2009 a las 20 hs.
La Niebla
El atardecer
La mezquita
El baile
La fiesta
Suenan los fuegos artificiales, de lejos se escucha la fiesta y Ghulam sonríe. Mientras Ghulam pasea se esparce su sabía infantil por las esquinas de piedra y calor, por los colmados que exhiben cordero o pastelitos con olor a miel y frutos secos. El está lejos de su mundo y lo sabe, pero estas calles extrañas con farolillos ahora son las suyas y las abraza tan fuerte que apenas las ve, no quiere que se le escapen. Por eso corretea seguro siguiendo la melodía pegadiza, dejando su huella de niño, acercándose a esas bombas hipnóticas que lo arropan.
*El Raval. Barcelona.
Exposición Invisibles, la otra cara de Barcelona
Recorrer este mundo de contradicción e hipocresía solapada es abrir los ojos a cuentos de rutinas truncadas por los azares del juego de la vida. La diferencia entre los ausentes y los presentes es nula cuando uno se sumerge en la viscosidad de los límites. Pero unos y otros se ignoran en la distancia, sin darse cuenta de que todos husmean el mismo aire contaminado.
Saltar el charco. Un instante la imagen oscura que no llega a los pies. Sólo un instante.
* Fotografías expuestas en la Galería Sargadelos de Barcelona hasta el 6 de junio.
** Mi agradecimiento a quienes me arroparon con su calor en la inauguración de este proyecto en la Galería Sargadelos de Barcelona y a todos aquellos que pusieron su gran granito de arena para poder hacerlo realidad (Olalla, Concello de Santiago, Xosé, Carlos, Diego, Gessica, María, Tino, Fina, Isa, Giova...).
Como complemento esta pieza de vídeo en colaboración con mi amigo Carlos Seijo, que ha editado y puesto música al trabajo de los Invisibles.
Sueños
Duérmete, que las horas sortean sin escrúpulos los recuerdos pesados, que durmiendo uno no siente el frío, la luz que despierta, el ruido que atonta, que soñando se llega un poco más rápido al paraíso de los perdidos. Por eso te dejas caer con los pies descalzos, aunque el resto no lo vea, aunque nunca un triunfo sin contar sea del todo un triunfo.
Moisés
*Cueva de Montjuic. Barcelona
La Sopa
La Espera
La niña
O muro: Mohamed
Chamábase Mohamed e saltara o muro do desértico Sahara para espetarse na parede húmida do mundo das drogas. Quero ser modelo, escupe mentras está a rascarse a súa pel que non sae, venas dunha rúa sen colchón. Mohamed dilúese mentres se encolle nun plácido viaxe que lle aparta por media hora das ironías do destino.
El salto
Y dio un gran salto… nubes… cerrar los ojos sumido en un negro sin límite.Libre. El miedo que escala por su lengua y el oxígeno que tatúa los pies. Descendía… el ritmo era constante, casi frenético, exactamente el soñado. Juguemos a los dados, gritaba mientras el viento le revolvía los pensamientos confusos. De repente desplegó la mirada... y ahí estaban, unas alas gigantes sujetas a la cuerda del destino.
Estelas...
Cuando Wolfgang abría los ojos se estiraban sus largos dedos hasta tocar la irrealidad. Una nota, unas manos que mecen las teclas de un piano… él viajaba por las tempestades creando melodías de agua. Las estrellas de mar tienen cinco puntas y con cada uno de sus brazos alcanzan un infinito imposible… ¿el amor?… el abismo de la ola llega, se estira y culmina en horas de luz azul que le rozan el pelo. Ella contemplaba cada ráfaga, cada resquicio de aire que se alarga. Y el tiempo no era tiempo, sólo momentos que se dejaban arrastrar por una marea inmensa.
La ventana azul
Todos buscamos, muchas veces sin encontrarnos. Desprendemos olores de ropa recién lavada, de anhelo furtivo... un instante... y todo se desdibuja en los posos del deseo.
Ella hurgaba en su vida en forma de bolso de pana. Aquí el pintalabios del primer beso, allí la inocencia de un pañuelo a punto de usar . Quiero estar guapa, se repite mientras los tacones le cantan que todavía al día le quedan sus quinientas noches. Se agarra a una foto inerte y desde sus ojos de gata vislumbra a Ana. Un abrazo, una caricia de niña que borra cualquier suciedad... Pero vuelven las botas, unas hojas- realidad que se enredan en sus pies, la mirada escrutadora que busca una piel de fiera curtida.
Primera inmersión en el mundo lomo: Al otro lado de la acera
El regalo
Tengo un regalo para ti. Cargado de incompresión y con una tarjeta sin nombre. Envuelto
en sombras del presente e incógnitas todavía no resueltas. Espera allí, al borde de mi
cama. Solitario como nosotros dos. Qué decepción es ver un paquete triste cuando es tan
símbolo de esperanza, de cariño envuelto en papel de celofán. Tus 31 años y mi corazón
que se encoje, que no sabe resolver los rincones del tiempo que han palpado tus manos.
Vuelvo a mirar tu regalo y arrugo los hombros ante un encuentro inminente. Un
contacto forzoso marcado por postic con fecha de caducidad. Mis ojos que miran
invisibles y se escurren rozando pieles sin olor. Una inmensa punzada de hastío se estanca
en mi garganta ¡cómo me asfixia esa bolsa que recoje tu regalo!
LA DANZA DE ROCÍO
Él observaba su danza. Sus pies recorrían las baldosas que ya conocía de memoria. Equilibrios de cristal y pocillos a medio servir. Le hipnotizaba mirarla a escondidas. Cuando lo sabía despistado, justo después de comer. Y ahí empezaba el ritual. Antes de que se diese cuenta ya estaba ella deslizándose en la cocina.
Había intentado adelantarse a ese momento de mil formas. Aumentando el ritmo de masticado, saltándose el postre preferido de ella, incluso disminuyendo paulatinamente la dosis de su comida. Pero el hambre le provocaba mal humor y el mal humor casi un despido. Sin embargo ella, no se sabe como, siempre se las arreglaba para realizar su coreografía de limpieza.
Quizás fue esa una de las cosas que lo enamoró. No el hecho de que se adelantara a sus ojos. Era esa manera de moverse. Invisible pero presente, frescura de agua de manantial. Ella era líquida y en cada paso iba perdiendo una gota de pureza. Él, poseído por su danza, las recogía todas, como perlas de rutina.
Pero como más le gustaba mirarla era en soledad, cuando no se sabía estudiada y realizaba su baile de sirena.
A Rocío y Nacho
La porteria invisible
El balón trazaba una parábola infinita en aquel lugar decorado con la imaginación infantil. En las alturas, una pareja de críos dibujaba jugadas perfectas entre castillos de hormigón y grietas tapadas con masilla, de espaldas en todo momento a los ojos surcados por las estrecheces de la vida. El recorrido de ese balón suspendido en el aire gracias a una patada certera creaba metáforas con la velocidad del viento y deseos efímeros. La esperanza por salir de ese cuadro del destino estaba pintada en los límites de cuatro postes inventados.
Reina
Espacios Minimos
Siempre soñó con sumergirse en unas de esas bolas de cristal donde todo se agita y caen los copos de nieve. Centrifugar las rutinas imposibles en escasos 10 centímetros y hacer equilibrios de funámbulo mientras esquiva los vaivenes del día a día:un viaje de realidad supuesta, un suspiro de tiempo detenido, una guarida con olor a ropa mojada. Creía, tal vez, que así su vida, en 10 meros centímetros, sería mucho más mágica, brillante como un skyline de gran urbe, armónica como una melodía de cine. Dudó, dos veces, antes de abrir la puerta a ese mundo de promesas por cumplir y futuro aguamarina.
Al tercer intento desistió. Todavía no había sido capaz de sacudir su propia claustrofobia.