"Ven a CaterinizARTE!", exposición colectiva en Barcelona


(De mi proyecto fotográfico: Mercado de Santa Caterina, visiones desde el interior)

Cinco artistas, cinco miradas y un único objetivo: el Mercado de Santa Caterina de Barcelona, una propuesta arquitectónica que ha aportado color y luz a los vecinos y visitantes de una zona compleja, pero llena de vida. En “Ven a CaterinizARTE!” la pintura, la fotografía y la escultura se dan cita para incitar a dejarse impregnar por las tonalidades de este singular edificio, por sus originales formas y su frescura, por su creatividad. En estos últimos cuatro años este barrio barcelonés ya se ha bañado de su mosaico inspirador y ha visto germinar un creciente movimiento artístico que ha dado como frutos pequeños ateliers que tienen mucho que decir. Pero aquí el ARTE no busca estancarse en las élites, salpica de una u otra forma a todos sus habitantes y pone al alcance de las manos la bella cotidianidad de su Mercado histórico.

Federico Bencini (pintura), Gessica Cambi (pintura), Giovanni Magnani (pintura), Raúl Pernia (escultura-instalación) y Esther Taboada (fotografía) te invitan a CaterinizARTE, incluso más allá de este espacio expositivo.

**Dónde: Taller Creativo Bencini Barcelona. C/ Semoleres, 10 bxs.
**Cuándo: del 25/11 al 1/12 del 2009 (domingo abierto).
**Inauguración: 25/11 del 2009 a las 20 hs.

La Niebla



Un paso, otro pie, una pierna, las almas que se alargan, que se extienden irreversiblemente...
...el Miedo a la Niebla confusa...

El atardecer


La vida se veía larga, muy larga, de horizonte infinito, desde aquel balcón naranja de juegos y sueños…

La mezquita


Hace calor y las paredes sudan murmullos de miel y especias mezcladas con humedad. Él está solo, tranquilo, gesticulando invisibles líneas del Corán que se esparcen como papeles sueltos, casi voladores. Un golpe de aire y el joven se despista. A veces le despierta su nueva realidad, la que habita justo al otro lado, lejos de su libro finamente decorado con geométricos diseños.

El baile


Daba vueltas y más vueltas y el torbellino de la música lo aturdía y lo arrastraba. Se dejaba embaucar por sus animados compases y se sumía en un estadio de emoción tal que su vida se transformaba por un instante en una acelerada noria con fascinantes vistas. Pero él no quería ser el único en experimentar estos momentos de éxtasis irreverente, deseaba que absolutamente todos viviesen el remolino alegre de la existencia, ese que repele los problemas del pasado y te hace disfrutar del ahora. Y al grito de Carpe diem!!! comenzaron a girar, la música sonaba más rítmica que nunca y fue ahí cuando supo que la felicidad no es tal cuando no es compartida.

La fiesta

Suenan los fuegos artificiales, de lejos se escucha la fiesta y Ghulam sonríe. Mientras Ghulam pasea se esparce su sabía infantil por las esquinas de piedra y calor, por los colmados que exhiben cordero o pastelitos con olor a miel y frutos secos. El está lejos de su mundo y lo sabe, pero estas calles extrañas con farolillos ahora son las suyas y las abraza tan fuerte que apenas las ve, no quiere que se le escapen. Por eso corretea seguro siguiendo la melodía pegadiza, dejando su huella de niño, acercándose a esas bombas hipnóticas que lo arropan.

*El Raval. Barcelona.

Exposición Invisibles, la otra cara de Barcelona

Barcelona. El corazón de la ciudad del diseño bombea almas rojas que nadie distingue. Son los invisibles. Espuma de batalla trabajada con polución. Existen, pero cuando la urbe muestra su último estertor únicamente se percibe el silencio.
Recorrer este mundo de contradicción e hipocresía solapada es abrir los ojos a cuentos de rutinas truncadas por los azares del juego de la vida. La diferencia entre los ausentes y los presentes es nula cuando uno se sumerge en la viscosidad de los límites. Pero unos y otros se ignoran en la distancia, sin darse cuenta de que todos husmean el mismo aire contaminado.
Saltar el charco. Un instante la imagen oscura que no llega a los pies. Sólo un instante.

* Fotografías expuestas en la Galería Sargadelos de Barcelona hasta el 6 de junio.
** Mi agradecimiento a quienes me arroparon con su calor en la inauguración de este proyecto en la Galería Sargadelos de Barcelona y a todos aquellos que pusieron su gran granito de arena para poder hacerlo realidad (Olalla, Concello de Santiago, Xosé, Carlos, Diego, Gessica, María, Tino, Fina, Isa, Giova...).

Como complemento esta pieza de vídeo en colaboración con mi amigo Carlos Seijo, que ha editado y puesto música al trabajo de los Invisibles.

Sueños


Duérmete, que las horas sortean sin escrúpulos los recuerdos pesados, que durmiendo uno no siente el frío, la luz que despierta, el ruido que atonta, que soñando se llega un poco más rápido al paraíso de los perdidos. Por eso te dejas caer con los pies descalzos, aunque el resto no lo vea, aunque nunca un triunfo sin contar sea del todo un triunfo.

Moisés


Moisés no se mira al espejo porque duelen los segundos demasiados honestos, casi irreverentes. Moisés desconfía y sus manos curtidas cincelan cárceles para enjaular su soledad. Un día fue herrero, pero ahora prefiere lanzar una risa y jugar a atraparla en el eco de su montaña mágica.

*Cueva de Montjuic. Barcelona

La Sopa




Era como si los segundos se parasen para observarla cada vez que se sentaba en la misma mesa, a la misma hora y pedía el mismo plato. Una sopa. Su sopa. Aquella donde dejaba los posos de una felicidad que se le escurrían a cada cucharada. Y en cada sorbo, un instante de placer, y en cada mueca, un pliegue oblicuo de muñeca de cartón. La conocían todos, pero ella nunca tenía ojos para nadie, únicamente para su tazón relleno de tesoros, de pequeños navegantes rescatados con dedicación, con lenta sabiduría. 

La Espera


Tiene la piel morena de arrastrarse por las aceras, cortada por un sol que no existe y que evita incomprensiblemente con unas desmesuradas gafas. Huele a calle y a sudor, a pelo enredado y a un bolso demasiado grande. Todos esperamos, cansados, cada uno con sus dolencias enroscadas en la bufanda del frío. Pero ella se desespera entre las cuatro paredes mientras sus manos vuelan inquietas y su voz de pito pregunta constantemente por una hora que ya no importa. Porque esta Sala de Espera no es su lugar y ella lo sabe. Se lo dicen sus zapatos de tierra, su chaqueta de viento y esas gafas de sol que la delatan. Lo curioso es que al resto también se nos hacen largos los segundos, se estiran y estiran como ese infinito bolso de la mujer de piel cortada, de mirada perdida bajo un cristal que la separa de este mundo. Y inevitablemente llega su turno: -¿Estupefacientes? No te los voy a dar- Gritos, la palabra “salud mental” revolotea por la sala. -¿Pero dime, qué es salud mental?- escupe con saña, con una desesperación que se le agarra al orgullo. Más gritos. Acto seguido la vemos corretear por la sala. Se esconde tras el baño. Espera. Esperamos. Después de un rato se va, dejando en el retrete su estela de goma usada. Y La gran ciudad  la engulle. Mientras, pasan al siguiente.