O muro: Mohamed








Chamábase Mohamed e saltara o muro do desértico Sahara para espetarse na parede húmida do mundo das drogas. Quero ser modelo, escupe mentras está a rascarse a súa pel que non sae, venas dunha rúa sen colchón. Mohamed dilúese mentres se encolle nun plácido viaxe que lle aparta por media hora das ironías do destino.

El salto



Y dio un gran salto… nubes… cerrar los ojos sumido en un negro sin límite.Libre. El miedo que escala por su lengua y el oxígeno que tatúa los pies. Descendía… el ritmo era constante, casi frenético, exactamente el soñado. Juguemos a los dados, gritaba mientras el viento le revolvía los pensamientos confusos. De repente desplegó la mirada... y ahí estaban, unas alas gigantes sujetas a la cuerda del destino.

Estelas...




Cuando Wolfgang abría los ojos se estiraban sus largos dedos hasta tocar la irrealidad. Una nota, unas manos que mecen las teclas de un piano… él viajaba por las tempestades creando melodías de agua. Las estrellas de mar tienen cinco puntas y con cada uno de sus brazos alcanzan un infinito imposible… ¿el amor?… el abismo de la ola llega, se estira y culmina en horas de luz azul que le rozan el pelo. Ella contemplaba cada ráfaga, cada resquicio de aire que se alarga. Y el tiempo no era tiempo, sólo momentos que se dejaban arrastrar por una marea inmensa.