La casa intrigante


Estuvo ahí, siempre, perenne con su color azul y su aspecto de indiferencia. Pero ayer cambió, eran demasiadas las tejas caídas, la pintura desconchada, la pregunta curiosa del porqué todavía seguía en pie. Quizás fue esa luz roja que encendió su último día, una habitante incógnita que anunciaba su marcha con nubes pesadas, llamando en nuestras cabezas para dar paso a un nuevo espíritu.

2 comentarios:

Mireia S. Quinteiro dijo...

Aunque la superficie refleje el paso de los años, la esencia se mantiene flotando en el aire, mezclándose con las nubes de tejidos blandos, protegiendo su corazón de guerrero impune.
Besitos guapa, sigue observando.

Maria Golpe dijo...

que bonita, mcguiverinha! unha luz preciosa. moitos bicos