El baile


Daba vueltas y más vueltas y el torbellino de la música lo aturdía y lo arrastraba. Se dejaba embaucar por sus animados compases y se sumía en un estadio de emoción tal que su vida se transformaba por un instante en una acelerada noria con fascinantes vistas. Pero él no quería ser el único en experimentar estos momentos de éxtasis irreverente, deseaba que absolutamente todos viviesen el remolino alegre de la existencia, ese que repele los problemas del pasado y te hace disfrutar del ahora. Y al grito de Carpe diem!!! comenzaron a girar, la música sonaba más rítmica que nunca y fue ahí cuando supo que la felicidad no es tal cuando no es compartida.

3 comentarios:

Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...

a mi me hace feliz ver bailar y no tanto bailar yo mismo, sobre todo a eso de las 15:15 de lunes a viernes ; )

señor sthrñ

Sabeire dijo...

moito me gustou este texto... e as túas fotos tamén.

Un saúdo

Sabela I