La casa intrigante


Estuvo ahí, siempre, perenne con su color azul y su aspecto de indiferencia. Pero ayer cambió, eran demasiadas las tejas caídas, la pintura desconchada, la pregunta curiosa del porqué todavía seguía en pie. Quizás fue esa luz roja que encendió su último día, una habitante incógnita que anunciaba su marcha con nubes pesadas, llamando en nuestras cabezas para dar paso a un nuevo espíritu.

Aceras


Un corazón veloz, un músculo lleno de fuerza que sube, que se revuelve ante las nubes negras, la suciedad incrustada en las paredes carnosas. Un corazón rojo que lucha y una ventana roja que mira y se cuestiona porque a veces unos dejan aparcados sus latidos en aceras azules, cargadas de piel y soledad.

El Camino



Cuentan que un día retomó aquel camino, ese que le llevaba a la sorpresa alegre de lo conocido, un día de Reyes Magos a punto de llegar. Los edificios altos se transformaron en árboles y las aceras en campos con olor a hierba recién cortada. Un pie, otro pie, las manos , el torso… a cada paso se sacudía otros senderos y renovaba sus ganas de andar en busca de aquel bosque prometedor.