La fiesta

Suenan los fuegos artificiales, de lejos se escucha la fiesta y Ghulam sonríe. Mientras Ghulam pasea se esparce su sabía infantil por las esquinas de piedra y calor, por los colmados que exhiben cordero o pastelitos con olor a miel y frutos secos. El está lejos de su mundo y lo sabe, pero estas calles extrañas con farolillos ahora son las suyas y las abraza tan fuerte que apenas las ve, no quiere que se le escapen. Por eso corretea seguro siguiendo la melodía pegadiza, dejando su huella de niño, acercándose a esas bombas hipnóticas que lo arropan.

*El Raval. Barcelona.

1 comentario:

Anónimo dijo...

si las verticales son la vida y las horizontales el estaticismo, la muete. entonces tú has plasmado la ensoñación, un suerte de diagonales que representan ese momento en que los pies se despegan de la tierra y el horizonte se curva. todos deberíamos conservar nuestros ojos de niño intactos.

siga.
ohnir ehtse